Cuaderno de viajes de dos trotamundos del más coruñés de los barrios

viernes, 5 de junio de 2009

Día 4: Coney Island, Harlem y Central Park

Hoy ya casi nos abandonó el puñetero jet lag, así que nos levantamos a una hora más prudente y salimos hacia Coney Island a eso de las 9, tras desayunar en un Europa Coffe y bajar paseando hacia Times Square. Está al sur de Brooklyn, hoy es territorio ruso y es más o menos el parque de atracciones de Nueva York, aunque es muy antiguo y está en una zona bonita, pero algo deprimida. Nos comimos (era obligado) un perrito en Nathan´s, que presume junto a Grey´s Papaya de tener los mejores hot dogs del mundo (la noche anterior lo comimos aquí, en el que está junto al Madison Square Garden), dimos un buen paseo por Brighton Beach y finalmente cogimos el metro hasta la calle 123, el boulevard de Martin Luther King en pleno Harlem. La verdad es que parecía que se había hecho de noche: es tal y como se ve en las películas, afroamericanos por todos lados con esa pinta de raperos que tira de espaldas, sus andares típicos y música estridente por doquier. Había un mercadillo muy animado todo a lo largo del boulevard, pero lo que más me llamó la atención es la cantidad de tiendas de calzado deportivo que había: docenas y docenas, muchas de ellas juntas. Me encantó el ambiente, desde luego. Buscamos el sitio que había elegido Carlos para comer: Sylvia´s, en la avenida Malcolm X. Impresionante. El local maravilloso, la atención absolutamente exquisita y la comida, para ser americana (no dejaba de ser lo de siempre: ensaladas, costillas a la barbacoa, chicken roasted with 2 sides y todos sus derivados), bastante buena. Charlamos con el maitre, un tío hijo de china-africana y de francés, con familia en Jamaica y Barbados y muchos amigos en Madrid y Mallorca que nos dijo que los fines de semana cantan gospel en el restaurante, que se llena de españoles. Carlos hizo la gestión y pidió permiso para poder sacarnos una foto con la tal Sylvia, que desde luego es todo un personaje, la cual accedió amablemente. Por supuesto, en el restaurante el 95 % de los clientes eran afroamericanos. Luego bajamos por la avenida donde vimos esa otra estampa que tanto sale en cine y tv: casas grafiteadas hasta la exageración, pandilleros, coches girando en plena calle con la música a todo volumen y un negro de dos metros con pañuelo en la cabeza al volante... En fin, que miedo no tuvimos, pero sí la certeza de que, a otras horas, por allí no había huevos a pasar.
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Entramos en Central Park, una auténtica maravilla de la naturaleza en pleno centro urbano de Manhattan, y recorrimos sus 4 kilómetros hasta la cara sur, disfrutando de un montón de rincones y de la fauna que allí habita, aparte de las tribus urbanas. Sobre todo, de las ardillas, que de tan acostumbradas se acercan mucho a las personas. Nos fotografiamos en Strawberry Fields, en el monumento a John Lennon, un poco cutre, y en el edificio Dakota, que fue donde lo asesinaron. Dicen que se siente un escalofrío al mirarlo de frente, pero yo debo ser un escéptico, que ni fú ni fá.
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Es nuestro último día en Nueva York, aunque antes de regresar a España nos quedan 10 horas de compras entre la llegada del vuelo de Los Angeles y la salida hacia Madrid; lo cual nos da mucha pena. Pero, de momento, tengo que reconocer que esta es, sin duda, una de las ciudades más espectaculares del mundo.
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Coruña aparte, claro. ;-)
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¡Nos vamos al Oeste!
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En el Madison Square Garden, antes de comernos el perrito en Grey´s Papaya

Desayunando en Broadway Av.

Por Coney Island


Callejeando por Harlem


Sylvia´s, en Harlem. Espectacular

Central Park





El edificio Dakota

Strawberry Fields y el monumento a John Lennon
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2 comentarios:

Silvia Catoira dijo...

Nito, ya veo que estás realmente impresionado con Nueva York. Me alegro un montón de que estés disfrutando tanto del viaje. Lo que te queda.... Verás como el año que viene vas a volver.
Besos a los dos.

ElDeMonteAlto dijo...

Impresionado es poco, Silvia. ¡Y la gente...! Es difícil ser más hospitalario, a todos los niveles. La verdad es que de momento el viaje cubre más que de sobra mis expectativas. ¡Y nos queda toda la costa Oeste!

En fin, que a partir de aquí, me temo que todos los viajes serán cuesta abajo, salvo que se me ocurra ir a la Luna, claro...

¡Un beso! ;-)